Se conoce, generalmente, que los sacerdotes druidas
pertenecientes a los celtas, cumplían funciones más allá de la religión. Los
druidas constituían una clase social autosuficiente y, con esto, eran
considerados representantes de una clase de tipo intelectual de la sociedad en la
que vivían. Además se repartían entre ellos funciones religiosas, pero no de
forma exclusiva. Eran entre otras cosas: astrónomos, médicos, filósofos y
magos.
Ellos le asignaron a cada luna y a cada árbol una propiedad
mágica. Cada una de las etapas correspondiente a la fase Luna-Árbol tomaba una
condición y se veía amparado bajo el manto protector del dios que lo protegía.
El bosque y los árboles guardaban tanta importancia para ellos, que cada uno
estaba marcado con una inicial del alfabeto druida, que justamente coincidía
con las iniciales de sus árboles protectores.
Los celtas se destacaron siempre por asociar a cada árbol
una época del año, en base a lo cual confeccionaron su horóscopo propio para
que los guiara durante todo el año.
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